Uno de los últimos libros que me ha impresionado, y con creces, es 'El diario del ron' de Hunter S. Thompson. Cuenta la historia de un reportero neoyorquino de los años 50 que se va a vivir a Latinoamérica para ejercer su profesión. Allí le ocurrirán una serie de peripecias (curiosas, sin duda) que harán su vida un poco más... especial. Y todo ello regado con una cantidad ingente de ron. Como todas las buenas historias...
Letterman exageraba; en su diatriba olvidaba a la buena gente y hablaba sólo de lo que él llamaba los 'borrachines'. Aunque de estos había montones y lo mejor que podía decirse de aquel plantel periodístico es que formaban un grupo extraño y rebelde.
En el mejor de los casos eran poco o nada fiables y en el peor eran borrachos, sucios y no más dignos de confianza que un rebaño de cabras. Pero se las arreglaban para sacar el periódico a la calle, y la mayoría de ellos pasaba el tiempo libre bebiendo en el Patio trasero de Al.
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